Entre un hola y un adiós
Joan manuel serrat
Te sienta bien el otoño... Qué gusto volverte a ver... ¿Me recuerdas?... Soy el plomo que por el 73 investigó tus costumbres y registró tu intimidad para coincidir contigo como por casualidad. Aquél que cuando la tarde amenazaba llover te esperaba con el alma prendida de un alfiler para abrirte su paraguas y con él, su corazón. El que te decía «hola»... Y al que decías «adiós»... Cuántos metros soñolientos no habré dejado escapar por atravesar contigo las tripas de esta ciudad. Para volar en tu enjambre, por tener algo en común me amigué con tus amigos, conservo algunos aún. Vencí el vértigo a las cumbres por llegar a tu nivel y por rozarte el vestido hacía cualquier papel. Cuántas volteretas vanas para llamar tu atención sólo por decirte «hola» y oírte decir «adiós». Me halaga que me recuerdes como tu primer amor aunque tal vez me confundes con algún otro señor.
Soy el que hacía la cola para cederte la vez quien por ofrecerte agua cruzó desiertos a pie. El que ponía los discos cuando querías bailar, y por más que alargué los brazos nunca te llegué a tocar. El que guarda tu recuerdo como un regalo de Dios en el libro de los sueños entre un «hola» y un «adiós».
Soy el que hacía la cola para cederte la vez quien por ofrecerte agua cruzó desiertos a pie. El que ponía los discos cuando querías bailar, y por más que alargué los brazos nunca te llegué a tocar. El que guarda tu recuerdo como un regalo de Dios en el libro de los sueños entre un «hola» y un «adiós».
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