La tonada inasible
Silvio rodriguez
Hace quince segundos
que se murió el poeta
y hace quince siglos
que notamos su ausencia.
Creíamos entonces
que estábamos de vuelta,
cuando faltaba tanto
de ausencia y de poeta.
Hace quince milenios
se nos fugó el poeta
dejándonos sus viudas
y su niña eterna.
Brindemos por sus verbo,
por su roja cabeza,
hermanos de la sangre
vertida del poeta.
Por él sus adversarios
no olvidan, mas celebran,
y por el, sus amigos,
como quiera que hoy sean,
se juntan nuevamente
por sus miserias
convocando a este muerto
de la salud perfecta.
Hace quince silencios
y otras muchas tristezas
quién sabe qué diría
su voz de inteligencia.
Por eso un cisne canta,
prófugo en la floresta,
la tonada inasible
que despertó el poeta.
que se murió el poeta
y hace quince siglos
que notamos su ausencia.
Creíamos entonces
que estábamos de vuelta,
cuando faltaba tanto
de ausencia y de poeta.
Hace quince milenios
se nos fugó el poeta
dejándonos sus viudas
y su niña eterna.
Brindemos por sus verbo,
por su roja cabeza,
hermanos de la sangre
vertida del poeta.
Por él sus adversarios
no olvidan, mas celebran,
y por el, sus amigos,
como quiera que hoy sean,
se juntan nuevamente
por sus miserias
convocando a este muerto
de la salud perfecta.
Hace quince silencios
y otras muchas tristezas
quién sabe qué diría
su voz de inteligencia.
Por eso un cisne canta,
prófugo en la floresta,
la tonada inasible
que despertó el poeta.
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