Imposible
Acho estolcamuflado, su barco es la vereda.
El paso del viento él lo ve y roba contento
y encanuta la guita que le dio el doctor,
y tiene la vida metida en cartón
y dice que la libertad es la botella de ron.
Y sabe que es imposible que esas cosas pasen acá,
sabe que es imposible que esta milonga se acabe acá.
Un práctico farmacéutico les dispara con su cañón,
los vaguitos asaltantes tienen catorce y quince años.
Las balas se las llevaron dos colegialas y un labrador,
que ya no despierta a nadie
con los ladridos a la mañana
y vuelven a la semana y él
les vuelve a vender Rohipnol.
Púgiles y coleccionistas, cabezas rapadas
y pelucas milongueras,
zapatos de tango y corbatas fluorescentes
el año pasado un careta robó su amor.
Y dicen las milongueras que desde aquel día
nunca más a nadie dio su pasión.
Los canas, los traficantes, los bandoneones, el rocanrol.
Los fuegos artificiales y naturales premeditados.
Las rejas que tose el suelo cuando oscurece en el Parque Goal.
Los mitos y fantasías que nos somete la autoridad,
y Gieco se quedó solo en el país de la libertad.