La milonguita (la querida de gardel)
Alberto muñoz
Ya no se puede hablar del amor, ¡caliente, caliente!
¡Quema en París! La dicha de ser la querida dulce
de Gardel.
En la butaca de los cines vuelvo a ser de él. -Yo fui
tu amor, Gardel, dame la esperanza de volver.
¡Quema en París! La dicha de ser la querida dulce
de Gardel.
En la butaca de los cines vuelvo a ser de él. -Yo fui
tu amor, Gardel, dame la esperanza de volver.
La noche caliente, caliente ¡quema en París!
La dicha de ser la querida dulce de Gardel.
En la butaca de los cines vuelvo a ser de él.
-¡Yo fui tu amor Gardel!,
dame la esperanza de volver...
Si al final, la dicha de toda mujer es bailar entre
las luces de su andar pegadita a la sonrisa del cartel,
con el aire de su amor hablándole.
Cuando ese fuego que fue mío, llegue a la noche
de tus ojos, yo seré la puerta de tu olvido, besándote
la estampa en el cartel. -¡Yo fui tu amor, Gardel,
dame la esperanza de volver!
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