La gorda
Lujuriauna gorda en mi cama no ha dejado de roncar.
Cuando pienso que he dormido con semejante animal
se me suben los colores, se me baja la moral.
No, no, no pienso volver a beber.
No, no, no debo picar otra vez.
Salte de mi cama, me la vas a reventar.
Métete una ducha y a la calle a pasear.
Al bajar las escaleras la vecina me saluda
se sonrie por lo bajo y a mi me queda una duda
que si me tira los tejos, que si se rie de mi,
pues la gorda me persigue y no parece muy feliz.
Ya estoy en la calle, no se donde está el coche
la cabeza me da vueltas, no sé que hice anoche
y la gorda me da voces que la lleve a su casa,
que su viejo es comisario y no le va a hacer mucha gracia.
No, no pienso volver a beber.
No, no, no debo picar otra vez.
Maldita sea la gorda, en que lio me ha metido
por llegar tarde al trabajo el jefe me ha despedido.
Ahora llego a casa, otra sorpresa me espera
el piso reventado, ropa por la escalera.
Maldigo a mi suerte pero al cielo le doy gracias
y ya es imposible que me pasen mas desgracias.
Tal vez jure muy pronto, creo que me he equivocado
pues el novio de la gorda me buscaba y me ha encontrado.
Y para demostrarme que los cuernos son pesados
ha hecho una papilla con mis huesos machacados.
No, no, no pienso volver a beber.
No, no, no debo picar otra vez.
Ya solo falta una última desgracia:
de camino al hospital ¡Se me jode la ambulancia!