Xiutecuhtli
Mictlayotlen las hordas del abismo rojo
cultiva el año con flores de sol
los mosaicos turquesa de tu rostro.
Toxiuhmolpilli, lluvia de fuego
sacrificios del alma y del cuerpo
atadura de años, mes de izcalli
para enardecer su gran hoguera.
Huehuetéotl, el Dios más viejo
en la memoria del universo
lanza que esparce luz escarlata
es la mirada del sol naciente.
Dios del fuego
centro de la tierra
Dios del fuego
dame tu armas.
En el camino que ilumina tu voz
milenios del ancestral regalo divino
la fuente de toda la energía
la sobrevivencia en tiempos ásperos.
Destruiste el tercer sol con tu lluvia de fuego
venciste los vientos helados que corren en las montañas
ataviaste con la gloria del sol los desiertos constantes
en la existencia antigua, la armadura que no se compenetra.
Tu piel de roja esencia cubre a tu pueblo guerrero
incógnita del paso del tiempo, las horas que arden en silencio
caminante en la tierra dejando a su paso el humo eterno
fuiste creado por la dualidad divina, lagrima de fuego.
Toxiuhmolpilli, los años se atan a tu nombre
Yauhtli, anestesia mi cuerpo, lánzame al fuego
Tonatiuh, estrella de la mañana voraz
Tlemaquiliztli, en las brasas de nuevos días.
Tonalpohualli, tus ojos observan el caminar del tiempo
Atlalcalnepantla, un viaje al macrocosmos rojo
Quiyahuitl, lluvia ardiente que exige sacrificios
Huehuetéotl, el más viejo de los Dioses.