Para que lo oigan
Miguel bucino
Viene haciendo batifondo
y orondo,
por el acordeón caminando,
lastima un pregón -gritando-
para que lo oigan del fondo...
-¡Naranja, la paraguaya!
-¡Qué sabor la mandarina!
-¡Asome al balcón, vecina!
-¡Párese... no se me vaya
que por venderle, malhaya,
vuelvo a su callejón!...
y orondo,
por el acordeón caminando,
lastima un pregón -gritando-
para que lo oigan del fondo...
-¡Naranja, la paraguaya!
-¡Qué sabor la mandarina!
-¡Asome al balcón, vecina!
-¡Párese... no se me vaya
que por venderle, malhaya,
vuelvo a su callejón!...
¡Usa una faja café,
que el pantalón sujeta!...
Camina flameándole,
su pañolón violeta...
¡Mozo de la zapatilla
bordada con corazón!...
Es un pregón de la orilla
que va limando su son
cordial...
¡Como un gorrión
del arrabal!...
Tiene untada la melena
-morena-
con un perfume barato.
Y aunque es mozo de buen trato
grita en el cordón su pena...
Para que lo oigan, barrena
con su voz la calle. Y trata
de olvidar aquella ingrata
que llevó un pregón ajeno.
Y que le dejó un veneno
sobre su corazón.
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