La cama vacia
Oscar agudelodonde se hallaba internado
casi agónico y rodeado de un silencio sepulcral
con su ternura habitual, la que siempre demostró
quizás con esfuerzo no, desde su lecho sombrío
un enfermo amigo mío, esta carta me escribió.
Querido amigo quisiera, que al recibir la presente
te halles bien y que la suerte te acompañe por doquiera
por mi parte y mal pudiera, decirte que estoy mejor
si al contrario en mi dolor, postrado en mi lecho yerto
yo soy un pobre esqueleto,que a mi mismo me da horror.
La carta es para decirte, que si podes algún día
veni hacerme compañía voz que tanto me quisiste
estoy tan solo y tan triste, que lloro sin contenerme
ya nadie suele quererme, todos se muestran impíos
de tantos amigos míos, ninguno ha venido a verme.
Hoy yo te doy la razón, pues veo en mi soledad
que esta llamada amistad, es tan solo una ilusión
cuando uno esta en condición, tiene amigos a granel
pero si el destino cruel hacia un abismo nos tira
vemos que todo es mentira y que no hay amigo fiel.
Bueno aquí ya me despido, al poner punto final
recibí un abrazo leal, de el que siempre te ha querido
a tu mama que no olvido, también mis recuerdos dadle
mucha devoción mostradle y de caricias colmarla
vos que la tenès cuídala, si supieras cuanto vale.
Llego el domingo y ansioso, por aquel amigo leal
penetre en el hospital angustiado y pesaroso
me dirigí silencioso, al lugar donde sabia
que su lecho encontraría mas hay ni bien lo encontré
asombrado me quede, al ver la cama vacía.