Dejame tranquilo
Real de catorceni tiene la sonrisa adecuada.
No siempre dice la palabra dulce
a veces, ni siquiera sabe hacer el amor.
Pero la magia del momento
toca muy bien su blues.
Hay días en que me desmorono
como la sombra de una viuda arruinada.
Vivo el peligro de morderme las encías,
de recordar que sólo soy un malherido.
Y ¿saben?, cómo deseo un cigarro
que se consuma en diez años,
beberme mi vida a sorbitos
como si fuera una cuba.
Y bueno, a ti, que me has visto
con la reuma de esas noches,
no pagues por conocer
cómo se fue tu pubertad en esos blueses.
Al final siempre vas a odiarlos.
No me sigas, no me tientes,
no me pidas que te desvista, no...
No necesito una amante ahora,
déjame tranquilo.
Quiero mirar mis propias dudas
desde el puente del valor,
arrojarme hacia la noche
de la noche vengo yo.
Pude besarte la cintura,
adorarte, pero no.
Cada palabra sería un incendio,
una grave insinuación
y me escondo en el silencio
en silencio vivo yo.
No necesito una amante ahora,
déjame tranquilo.
Quiero mirar mis propias dudas
desde el puente del valor
despertarme con tu ausencia,
¡cuánta ausencia, digo yo!